POESÍA. NARRATIVA. INFORMACIÓN LITERARIA. CONCURSOS. AUTORES CLÁSICOS Y NÓVELES


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LIBROS PUBLICADOS POR LA AUTORA
(poesía y narrativa)
"DE LOS HIJOS" (2014)- Ediciones Mis Escritos (Bs. As.)

Rincones y Acuarelas I (Poesía) -2019- La Imprenta digital (Bs. As)

Rincones y Acuarelas II (Narrativa)- 2019- La Imprenta digital (Bs. As.)

Los encontrarás:
En Rafaela (Santa Fe): en Librerías "EL SABER", "PAIDEIA" y "FABER".
En San Francisco (Córdoba): en Librería "COLLINO"
y en otras librerías del país.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Resultados CONCURSO LITERARIO Y FOTOGRÁFICO Asociación Civil Familia Trentina de Rafaela- PREMIOS “FARFALLA”- 2017

                                      PREMIOS: CONCURSO FOTOGRAFICO
TEMA: LA NAVIDAD

PRIMER PREMIO:    “El nacimiento” de Marcela C. Serra, Rafaela (Pcia. de Santa Fe)
SEGUNDO PREMIO:    “Las últimas compras” de Silvia Ruffinengo, Rafaela (Pcia. de Santa Fe)
TERCER PREMIO:     “Esta Navidad tu sonrisa será tu mejor gala” de Sonia Ferreyra, San Francisco (Pcia. de Córdoba)

Primera Mención: “Navidad = Amor” de Eva D’ Iorio, Rafaela (Pcia. de Santa Fe)
Segunda Mención: “Quien fue iluminado por Dios, puede brillar en la vida de los demás” de Silvina Secchi, Rafaela (Pcia. de Santa Fe)
Tercera Mención: “Navidad Peruana II ” de Beatriz Signorini, Rafaela (Pcia. de Santa Fe)
Cuarta Mención: “Noche de paz, noche de amor” de Viviana Piacenza, Rafaela (Pcia. de Santa Fe)
Mención Familia Trentina de Rafaela: “Preparativos Navideños” de Martín Luis Marzioni, Rafaela (Pcia. de Santa Fe)

                          PREMIOS: CONCURSO LITERARIO PROSA
TEMA:  LA NAVIDAD

1ER. PREMIO:    “DESTELLOS”   AUTOR: Lidia Dellacasa de Bosco. Rafaela (Pcia. de Santa Fe)
2DO. PREMIO:   “SÓLO UNA NOCHE DE PAZ”    AUTOR: Beatriz Chiabrera de Marchisone. Clucellas (Pcia. de Santa Fe)
3ER.PREMIO:    “TESTIGO”   AUTOR:   Beatriz Chiabrera de Marchisone. Clucellas (Pcia. de Santa Fe)
MENCIÓN FAMILIA TRENTINA:    “NAVIDAD EN EL BOSQUE”    AUTOR: Liliana Mercedes Ravasio. Rafaela (Pcia. de Santa Fe)

                      PREMIOS: CONCURSO LITERARIO POESÍA
1ER. PREMIO:    “SONIDOS DE DICIEMBRE” AUTOR:   Beatriz Chiabrera de Marchisone. Clucellas. (Pcia. de Santa Fe)
“En esta categoría se declaran desiertos : Segundo y Tercer premios, Mención Jurado y Mención” Familia Trentina”. La decisión obedece al hecho de que fue escaso el número de textos presentados, lo que imposibilita un verdadero trabajo de selección”. JURADO.

ENTREGA DE PREMIOS:  Premio a los ganadores de sus tradicionales ... - La Opinion Rafaela

EXTRACTOS DE LIBROS: "La Alegoría del Carruaje IV"- (El Camino de la Felicidad"- JORGE BUCAY)


Adelante el sendero se abre en abanico.
Por lo menos cinco rumbos diferentes se me ofrecen.
Ninguno pretende ser el elegido, sólo están allí.
Un anciano está sentado sobre una piedra, en la encrucijada.
Me animo a preguntar:
—¿En qué dirección, anciano?
—Depende lo que busques —me contesta sin moverse.
—Quiero ser feliz —le digo.
—Cualquiera de estos caminos te puede llevar en esa dirección.
Me sorprendo:
—Entonces... ¿da lo mismo?
—No.
—Tú dijiste...
—No. Yo no dije que cualquiera te llevaría; dije que cualquiera puede ser el que te lleve.
—No entiendo.
—Te llevará el que elijas, si eliges correctamente.
—¿Y cuál es el camino correcto?
El anciano se queda en silencio. 
Comprendo que no hay respuesta a mi pregunta. Decido cambiarla por otras:

—¿Cómo podré elegir con sabiduría? ¿Qué debo hacer para no equivocarme?
Esta vez el anciano contesta:
—No preguntes... No preguntes.
Allí están los caminos. 
Sé que es una decisión importante. No puedo equivocarme...
El cochero me habla al oído, propone el sendero de la derecha.
Los caballos parecen querer tomar el escarpado camino de la izquierda.
El carruaje tiende a deslizarse en pendiente, recto, hacia el frente.
Y yo, el pasajero, creo que sería mejor tomar el pequeño caminito elevado del costado.
Todos somos uno y, sin embargo, estamos en problemas.
Un instante después veo cómo, muy despacio, por primera vez con tanta claridad, el cochero, el carruaje y los caballos se funden en mí.
También el anciano deja de ser y se suma, se agregan los caminos recorridos hasta aquí y cada una de las personas que conocí.
No soy nada de eso, pero lo incluyo todo.
Soy yo el que ahora, completo, debe decidir el camino.
Me siento en el lugar que ocupaba el anciano y me tomo un tiempo, simplemente el tiempo que necesito para tomar esa decisión. 
Sin urgencias. No quiero adivinar, quiero elegir.
Llueve. 
Me doy cuenta de que no me gusta cuando llueve.
Tampoco me gustaría que no lloviera nunca.
Parece que quiero que llueva solamente cuando tengo ganas.
Y, sin embargo, no estoy muy seguro de querer verdaderamente eso.
Creo que sólo asisto a mi fastidio, como si no fuera mío, como si yo no tuviera nada que ver.
De hecho no tengo nada que ver con la lluvia. 
Pero es mío el fastidio, es mía la no aceptación, soy yo el que está molesto.
¿Es por mojarme?
No.
Estoy molesto porque me molesta la lluvia.
Llueve... 
¿Debería apurarme?
No. 
Más adelante también llueve.
Qué importa si las gotas me mojan un poco, importa el camino.
No importa llegar, importa el camino.
En realidad nada importa, sólo el camino.

 

ALEGORÍA: Composición literaria o representación artística que tiene sentido simbólico.
Símbolos: Carruaje (cuerpo).  Caballos (deseos, emociones, impulsos). Cochero (mente)
Ahora vuelve a leerlo, conociendo los símbolos.

“El camino hacia la realización pesonal es difícil y continuo", nos dice Jorge Bucay en sus libros. En esta serie de caminos, el autor nos ofrece unos mapas de territorio para que cada uno de nosotros recorra el suyo propio, a su ritmo y eligiendo el trayecto." “La autodependencia (EL CAMINO DE LA AUTODEPENDENCIA), el amor (EL CAMINO DEL ENCUENTRO), el dolor (EL CAMINO DE LAS LÁGRIMAS) y la felicidad (EL CAMINO DE LA FELICIDAD) son los cuatro caminos que, según Jorge Bucay, conducen a la plenitud del ser humano, cuatro trayectos que cada uno ha de recorrer desde su experiencia personal. "
 
El que ahora nos ocupa es el camino de la contemplación y la búsqueda del sentido de la vida (EL CAMINO DE LA FELICIDAD). Puede que esta sea la senda más compleja de las que hasta ahora se han propuesto, pues no hay una sola, y ser o no felices depende, sobre todas las cosas, de nosotros mismos. Con su habitual estilo, ameno y esclarecedor, Bucay entreteje historias y anécdotas de las que se desprenden reflexiones fundamentales sobre la búsqueda de la escurridiza felicidad, como que ser feliz no significa estar disfrutando a todas horas, sino vivir la serenidad que produce estar en el buen camino, o que no podemos andar culpando de nuestra felicidad a los demás. Y es que los retos que plantea la vida siempre nos brindan la oportunidad de aprender y de superarnos, de avanzar en el camino hacia la felicidad.

Colección HOJAS  DE  RUTA
EXTRACTOS DE LIBROS. "La alegoría del carruaje I" - (El camino de la autodependencia- Jorge Bucay)
EXTRACTOS DE LIBROS. "La alegoría del Carruaje II"- (El Camino del Encuentro- Jorge Bucay) 

jueves, 12 de octubre de 2017

EXTRACTOS DE LIBROS: "La Alegoría del Carruaje III"- (El Camino de las Lágrimas- JORGE BUCAY)



Mirando hacia la derecha me sobresalta un movimiento brusco del carruaje.
Miro el camino y me doy cuenta de que estamos transitando por la banquina.
Le grito al cochero que tenga cuidado y él inmediatamente retoma la senda.
No entiendo cómo se ha distraído tanto como para no notar que dejaba la huella.
Quizás se esté poniendo viejo.                               
Giro mi cabeza hacia la izquierda para hacerle una señal a mi compañero de ruta y dejarle saber que todo está en orden pero no lo veo.
El sobresalto ahora es intenso, nunca antes nos habíamos perdido en ruta.

Desde que nos encontramos no nos habíamos separado ni por un momento.
Era un pacto sin palabras.
Nos deteníamos si el otro se detenía.
Acelerábamos si el otro apuraba el paso.
Tomábamos juntos el desvío si cualquiera de los dos decidía hacerlo...
Y ahora ha desaparecido.
De repente no está a la vista.
Me asomo infructuosamente observando el camino hacia ambos lados.
No hay caso.
Le pregunto al cochero, y me confiesa que desde hace un rato dormitaba en el pescante. Argumenta que, de tanto andar acompañados muchas veces alguno de los dos cocheros se dormía por un ratito, confiado en que el otro se haría vigía del camino.
Cuántas veces los caballos mismos dejaban de imponer un ritmo propio para cabalgar al que imponían los caballos del carruaje de al lado.
Éramos como dos personas guiadas por un mismo deseo, como dos individuos con un único intelecto, como dos seres habitando en un solo cuerpo.
Y de repente,
La soledad,
El silencio,
El desconcierto.
¿Se habría accidentado mientras yo distraído no miraba?, quizás los caballos habían tomado el rumbo equivocado aprovechando que ambos cochero dormían.
Quizás el carruaje se había adelantado sin siquiera notar nuestra ausencia y proseguía su marcha más adelante en el camino.
Me asomo una vez más por la ventanilla y grito:
- ¡hola!
Espero unos segundos y le repito al silencio:
- ¡hola, ¿dónde estás?.
Ninguna respuesta.
¿Debería volver a buscarlo, sería mejor quedarme y esperar que llegue, o más bien debería acelerar el paso para volver a encontrarlo más adelante?
Hace mucho tiempo que no me planteaba estas decisiones.
Había decidido allá y entonces dejarme llevar a su lado donde el camino apuntara.
Pero ahora…
El temor de que estuviera extraviado y la preocupación de que algo le haya pasado van dejando lugar a una emoción diferente.
¿Y si hubiera decidido no seguir conmigo?
Después de un tiempo me doy cuenta de que por mucho que lo espere nunca volverá.
Por lo menos no a este lugar.
La opción es seguir o dejarme morir aquí. Dejarme morir. Me tienta esa idea.
Desengancho los caballos y le pido al cochero que se apee. Los miro: carruaje, cochero, caballos, yo mismo...
Así me siento, dividido, perdido, destrozado.
Mis pensamientos por un lado, mis emociones por otro, mi cuerpo por otro, mi alma, mi espíritu, mi conciencia de mí mismo, allí paralizada.
Levanto la vista y miro al camino hacia delante.
Desde donde estoy, el paisaje parece un pantano.
Unos metros al frente la tierra se vuelve un lodazal.
Cientos de charcos y barriales me muestran que el sendero que sigue es peligroso y resbaladizo. No es la lluvia lo que ha empapado la tierra.
Son las lágrimas de todos los que pasaron antes por este camino mientras iban llorando una pérdida.

"Las pérdidas forman parte de nuestra vida, son constantes universales e insoslayables. Y las llamamos pérdidas necesarias porque crecemos a través de ellas." Jorge Bucay. La pérdida de un ser querido, la ruptura de una relación, el abandono definitivo de algo que considerábamos valioso son expresiones de una misma realidad. Son fenómenos que pueden hundirnos en la tristeza, el aislamiento e incluso empujarnos a la desesperación. 
En El Camino de las Lágrimas Bucay nos invita a reflexionar sobre uno de los desafíos más difíciles pero, al mismo tiempo, más importantes que todos los seres humanos debemos enfrentar: el proceso de duelo.

ALEGORÍA: Composición literaria o representación artística que tiene sentido simbólico.


Símbolos: Carruaje (cuerpo).  Caballos (deseos, emociones, impulsos). Cochero (mente)
Ahora vuelve a leerlo, conociendo los símbolos.

Colección HOJAS  DE  RUTA
EXTRACTOS DE LIBROS. "La alegoría del carruaje I" - (El camino de la autodependencia- Jorge Bucay)
EXTRACTOS DE LIBROS. "La alegoría del Carruaje II"- (El Camino del Encuentro- Jorge Bucay)

jueves, 5 de octubre de 2017

EXTRACTOS DE LIBROS. "La alegoría del Carruaje II"- (El Camino del Encuentro- Jorge Bucay)


Integrados como un todo, mi carruaje, los caballos, el cochero y yo, recorrimos con cierto trabajo el primer tramo del camino. A medida que avanzaba cambiaba el entorno: por momentos árido y desolador, por momentos florido y confortante; cambiaban las condiciones climáticas y el grado de dificultad del sendero: a veces suave y llano, otras áspero y empinado, otras resbaladizo y en pendiente; cambiaban, por fin, mis condiciones anímicas: aquí sereno y optimista, antes triste y cansado, más allá fastidioso y enojado.
Ahora, al final de este tramo, siento que en realidad los únicos cambios importantes eran estos últimos, los internos, como si los de afuera dependieran de éstos o simplemente existieran.
Detenido por un momento a contemplar las huellas dejadas atrás, me siento satisfecho y orgulloso; para bien y para mal, mis triunfos y mis frustraciones me pertenecen.
Sé que una nueva etapa me espera, pero no ignoro que podría dejar que esperara para siempre sin siquiera sentirme un poco culpable. Nada me obliga a seguir adelante, nada que no sea mi propio deseo de hacerlo.
Miro hacía adelante. El sendero me resulta atractivamente invitante. Desde el comienzo veo que el trayecto está lleno de colores infinitos y formas nuevas que despiertan mi curiosidad. Mi intuición me dice que también debe estar lleno de peligros y dificultades pero eso no me frena; ya sé que cuento con todos mis recursos que con ellos será suficiente para enfrentar cada peligro y traspasar cada dificultad. Por otra parte, he aprendido definitivamente que soy vulnerable pero no frágil.
Sumido en el diálogo interno, casi ni me doy cuenta de que he empezado a recorrerlo.
Disfruto mansamente del paisaje... y él, se diría, disfruta de mi paso, a juzgar por su decisión de volverse a cada instante más hermoso.
De pronto, a mi izquierda, por un sendero paralelo al que recorro, percibo una sombra que se mueve por detrás de unos matorrales.
Presto atención. Más adelante, en un claro, veo que es otro carruaje que por su camino avanza en mi misma dirección.
Me sobresalta su belleza: la madera oscura, los bronces brillantes, las ruedas majestuosas, la suavidad de sus formas torneadas y armónicas...
Me doy cuenta de que estoy deslumbrado.
Le pido al cochero que acelere la marcha para ponernos a la par. Los caballos corcovean y desatan el trote. Sin que nadie los indique, ellos solos van acercando el carruaje al borde izquierdo como para acortar distancias.
El carruaje vecino también es tirado por dos caballos y también tiene un cochero llevando las riendas. Sus caballos y los míos acompasan su trote espontáneamente, como si fueran una sola cuadrilla. Los cocheros parecen haber encontrado un buen momento para descansar porque ambos acaban de acomodarse en el pescante y con la mirada perdida sostienen relajadamente las riendas dejando que el camino nos lleve.
Estoy tan encantado con la situación que solamente un largo rato después descubro que el otro carruaje también lleva un pasajero.
No es que pensara que no lo llevaba, sólo que no lo había visto.
Ahora lo descubro y lo miro. Veo que él también me está mirando. Como manera de hacerle saber mi alegría le sonrío y él, desde su ventana, me saluda animadamente con la mano.
Devuelvo el saludo y me animo a susurrarle un tímido “Hola”. Misteriosamente, o quizás no tanto, él escucha y contesta:
Hola. ¿Vas hacia allá?
Sí – contesto con una sorprendente alegría-. ¿Vamos juntos?
Claro – me dice-, vamos.
Yo respiro profundo y me siento satisfecho.
En todo el camino recorrido no había encontrado nunca a un compañero de ruta.
Me siento feliz sin saber por qué y, lo más interesante, sin ningún interés especial en saberlo.



“El camino hacia la realización pesonal es difícil y continuo", nos dice Jorge Bucay en sus libros. En esta serie de caminos, el autor nos ofrece unos mapas de territorio para que cada uno de nosotros recorra el suyo propio, a su ritmo y eligiendo el trayecto." “La autodependencia (EL CAMINO DE LA AUTODEPENDENCIA), el amor (EL CAMINO DEL ENCUENTRO), el dolor (EL CAMINO DE LAS LÁGRIMAS) y la felicidad (EL CAMINO DE LA FELICIDAD) son los cuatro caminos que, según Jorge Bucay, conducen a la plenitud del ser humano, cuatro trayectos que cada uno ha de recorrer desde su experiencia personal. "
 
En El Camino del Encuentro Jorge Bucay nos invita al compromiso, al contacto y a compartir con los demás. A lo largo de sus inteligentes y provocadores comentarios, nos lleva de la risa a la reflexión mientras nos muestra la ruta del encuentro verdadero en la amistad, en la familia, en el amor y en el sexo. Siendo como es un libro de entretenida lectura, nos atrevemos a asegurar que nadie después de leerlo seguirá pensando igual que antes de hacerlo.
 
ALEGORÍA: Composición literaria o representación artística que tiene sentido simbólico.
Símbolos: Carruaje (cuerpo).  Caballos (deseos, emociones, impulsos). Cochero (mente) 
Colección HOJAS DE RUTA

miércoles, 4 de octubre de 2017

"Novia" (de Alejandro Dolina)

Hace mucho tiempo, yo tenía una novia buena y hermosa. Me amaba con una devoción tal, que no pude resistir la tentación de ser malvado. Me solazaba en la traición, en el capricho, en la impuntualidad, en la mentira gratuita. Ella lloraba en secreto, cuando yo no la veía, pues sabía que su llanto me irritaba. Pero un
día, un incidente que ni siquiera recuerdo, me despertó el temor de perderla.
El amor crece con el miedo. Mi conducta cambió. Me fui haciendo bueno. Quise pagar el daño que había hecho y empecé a vivir para ella. Le hacía el amor en todos los zaguanes, le cantaba valses de Héctor Pedro Blomberg. La llevaba a pasear por los lugares más hermosos del mundo. Le imponía aventuras inesperadas.
Me hice sabio y generoso solo para merecer su amor.
Pero un día me dejó.
—-No te quiero más —me dijo, y se fue. Supliqué un poco, solo un poco, porque era bueno. Después me
puse a esperar la muerte sentado en un umbral.
Al cabo de un tiempo, aparecieron los celos. Pensé que seguramente me había dejado por otro. Decidí averiguarlo. Indagué a los amigos comunes, pero todos afectaban un aire de trabajosa indiferencia.
Resolví seguirla. Pasaba las noches acechando su puerta. Durante el día, me apostaba en la esquina de su trabajo. El resultado de mis pesquisas fue nulo. Mi novia se desplazaba por circuitos inocentes. Perdí mi empleo, mi salud y hasta mis amistades. Mi vida era una perpetua vigilancia.
Pasaron largos meses sin que nada ocurriera. Hasta que una noche la vi salir de su casa con aire decidido.
Tuve el presentimiento de que iba a encontrarse con un hombre, tal vez porque estaba demasiado linda.
La seguí entre las sombras y vi que se detenía en la esquina que yo conocía bien. Me escondí en un portal. Ella se detuvo y esperó, esperó mucho. Cerca de una hora después, apareció un hombre alto, oscuro, soberbio. Algo familiar había en su paso. Ella intentó una caricia, pero él la rechazó.
Inmediatamente comprendí que el hombre se complacía en verla sufrir y amar al mismo tiempo. Se trataba de un sujeto diabólico. Cada tanto, me llegaban ráfagas de una risa vulgar. No podía concebirse un individuo más vil y detestable. Caminaron. Tomaron un rumbo que no me sorprendió. Al llegar a la luz de la avenida, pude ver que aquel hombre era yo. Yo mismo, pero antes. Con el desdén cósmico que tanto me había costado borrar del alma, con la maldad de mis peores épocas. Con la impunidad de los necios.
No pude soportarlo, pensé en cruzar la calle y pegarme una trompada, pero me tuve miedo. Quise gritar, ordenarme a mí mismo dejar tranquilo a aquella muchacha. Pero el imperativo no tiene primera persona y no supe qué decirme. Se detuvieron un instante y pasé delante de ellos. Ella no me vio. Yo sí me vi. Me miré con un gesto de advertencia.
Después los perdí de vista y me quedé llorando.

Alejandro Dolina
(Argentina, 1944)
Alejandro Dolina - Wikipedia, la enciclopedia libre